Educar desde la sensibilidad y la emoción

No se ha de externalizar la emoción como si fuera una propuesta didáctica o metodológica del aprendizaje. La emoción no es algo instrumental. Desde la Educación Montessori lo relacionamos con la vida emocional del adulto que acompaña esos procesos de aprendizaje de niños y jóvenes. En la medida en que el adulto sea cada vez más consciente de sí mismo y pueda estar en equilibrio-armonía con su labor, se abrirán canales de creatividad que le permitirán diseñar Ambientes Preparados que contienen un sinfín de oportunidades de aprendizaje, favoreciendo un clima psíquico que tiene como base el promover espacios donde la vida emocional de adultos, niños y jóvenes forma parte del día a día.

Un Ambiente Preparado no fomenta las emociones, sino que ve la integralidad del ser humano, y las emociones forman parte de ese todo, generando espacios donde la diversidad es una riqueza que aporta a la construcción de aprendizajes individuales puestos al servicio de otras construcciones del saber colectivo.

Estos espacios de profundo respeto por cada niño, niña y adolescente propician tod@s y por cierto que quienes presenten sensibilidades especiales frente algunos temas puedan explorarlos y nutrir su necesidad de saber, conocer, experimentar y descubrir sobre aquello que los apasiona. La escuela no debiese ser rígida, por eso en los espacios Montessori se fomenta la autonomía y la independencia siendo cada niño y niña los constructores de su propio aprendizaje.