Desde la Filosofía Montessori la formación y desarrollo del ser humano tiene un sentido cósmico, tiene que ver con el coexistir con otros y otras, con el medio ambiente y todos los seres que habitan en él. Se centra en la búsqueda de la paz, de una sociedad por cohesión.

En este sentido la propuesta pedagógica que hace la Dra. Montessori, que tiene sus bases científicas y metodológicas, se encuentra inherentemente vinculada con el desarrollo personal, tanto de los niños, niñas y adolescentes como del adulto que acompaña los procesos formativos.

La forma en la que se desarrollan las dinámicas de aula, la preparación de un ambiente físico que sea limpio y ordenado, sutil, bello y cuidado en compañía de un ambiente psíquico respetuoso y con límites claro,  tienen un sentido que va más allá de la adquisición de conocimientos, tiene que ver con la libertad que va acompañada de disciplina, de permitir que los niñ@s y adolescentes tomen decisiones y sean protagonistas de sus aprendizajes, pero aún más de sus experiencias de vida.

Desde las bases filosóficas de Montessori, ese espacio relacional entre experiencia y saber, entre conocimiento e interacción, es lo que genera un movimiento interno que se traduce a un darse cuenta, a un espacio de confianza, a una expresión, nos hace llegar a la adultez desde un espacio de autocuidado.

En la edad adulta nos vemos entrampados en la toma de decisiones, muchos adultos movilizan la toma de decisiones desde otro tipo de estímulos como el reconocimiento social, la fama o el factor económico, sin embargo el estado de conciencia que nos conecta con el `yo auténtico’ nos permite tomar decisiones con significado.

Es por esto que es importante no solo la libertad y disciplina sino también el discernimiento, entendiéndolo como la capacidad de valorar conscientemente, con sentido crítico e inteligencia una situación. Para ello necesitamos de la reflexión, del autoconocimiento y la conexión con nosotros mismos.

Discernir significa que las personas nos guiemos por intereses basados en el `yo auténtico`, con los afectos más esenciales del mundo, esta conexión y estado de conciencia con uno mismo nos permite ir generando un mundo que esté vinculado con lo más esencial, aprender a escucharse, a vincularse desde la afectividad y generar un mundo más cordial.

La forma de educarse como ser humano y por supuesto que las reflexiones que individualmente podemos hacer sobre cómo se educa el niño, hará ajustes sobre la persona que somos hoy, y así hacer un mundo mejor y más solidario.

Montessori nos invita a hacer del mundo un gran ambiente preparado, a vivenciar como todo nuestro cuerpo está en vinculación con la persona, con el ser y con el mundo.